jueves, 8 de diciembre de 2016

SOLSTICIO DE INVIERNO: EL ADVENIMIENTO DEL HIJO










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La Madre Tierra lleva en su seno las 30(000) (maravillas)
del Señor, (de) Él. El Señor quiere a la Madre Tierra. Adora a
la Madre Tierra.
(Estela del Bronce Final con inscripción tartesia de la
Cañada Honda, Cabeza del Buey, Badajoz. Del libro de nuestro amigo J. Ramón Rivera “DE TARTESSOS A IBERA DESDE SU EPIGRAFÍA RELIGIOSA)”

El solsticio de invierno es un acontecimiento presente en todas las culturas religiosas del planeta; A un acontecimiento astronómico como es el mayor momento de oscuridad, le sucede la aparición de la luz, marcando el momento en que ésta le va ganando terreno a las sombras. En nuestra Tradición Ibera el solsticio de invierno es en primer lugar un momento de tributo a la Señora MA, que ha sido fecundada por el padre y que dará vida a la Manifestación Divina del propio Padre, el Hijo.

El Hijo es la manifestación de la Divinidad, la figuración por la que es posible el contacto y la comunicación de los hombres con los Dioses, en El se encuentran todas las formas posibles de los Dioses, ya que es un Dios multiforme del que todos los demás son expresión. Lo mismo ocurre con la Santa Madre, de la que emanan sus figuraciones en forma de diversas deidades femeninas, reflejando un aspecto de la Diosa Madre, Ma. Sin este acontecimiento, el mundo Divino y el mundo humano no serían comunicables, no sería posible relación alguna. El solsticio de invierno marca en Iberia el camino hacia la heroización del ser humano, antesala de su divinización, ya que BEL es protector de guerreros y también de las bestias salvajes, es la Guía de las personas hacia lo mejor de sí. A partir de su advenimiento el individuo tiene en las diferentes advocaciones de Bel los caminos hacia su propia divinización, ser mejor, imitar a los Dioses. 
 
Lauburu, símbolo solar.
El Hijo aquí es símbolo solar, al que adoramos como figuración de un Poder Cósmico Superior, Supremo, y que es fertilizador porque es el que hace posible el crecimiento y florecimiento posterior de la vida: Símbolo de vitalidad, Juventud y Pasión. Es el Padre Universal. Además para los Iberos simboliza el Imperium(no confundir con imperialismo), es decir: La soberanía y realeza de nuestra Sagrada Iberia y Bel gobernando en nuestro interior.
En el solsticio celebramos el primer paso-nacimiento- de un ciclo que conlleva necesariamente dos pasos más: La muerte y la vuelta a nacer. Este ciclo que es diario y a la vez universal nos permite entender la manifestación cíclica de los Dioses, de la naturaleza y también de nosotros mismos. Nuestro Culto nos hace entender que formamos parte de una Rueda mística, lo que ocurre en el Mundo de los Dioses ocurre en la naturaleza y ocurre también dentro de nosotros. 

El Hijo nace de la Madre, a la que ha fecundado como Dios Solar, y nace dentro de nosotros el Guerrero Interior que se conquista a sí mismo para ser merecedor de los dones del cielo reflejado en los dones de la Tierra. 

Adora al Hijo!

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E E BE . EIRNA BE GE . KUN UI
En efecto, sin duda el Señor decía: La paz del Señor, de la
Madre Tierra. ¡Adora al Hijo!.

Jadar Vaelicus. Sacerdote de Culto Ibero