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La Madre Tierra lleva en su seno las 30(000)
(maravillas)
del Señor, (de) Él. El Señor quiere a la Madre
Tierra. Adora a
la Madre Tierra.
(Estela del Bronce Final con inscripción tartesia de
la
Cañada Honda, Cabeza del Buey, Badajoz. Del libro de
nuestro amigo J. Ramón Rivera “DE TARTESSOS A IBERA DESDE SU EPIGRAFÍA RELIGIOSA)”
El solsticio de invierno es un
acontecimiento presente en todas las culturas religiosas del planeta; A un
acontecimiento astronómico como es el mayor momento de oscuridad, le sucede la
aparición de la luz, marcando el momento en que ésta le va ganando terreno a
las sombras. En nuestra Tradición Ibera el solsticio de invierno es en primer
lugar un momento de tributo a la Señora MA, que ha sido fecundada por el padre
y que dará vida a la Manifestación Divina del propio Padre, el Hijo.
El Hijo es la manifestación de la
Divinidad, la figuración por la que es posible el contacto y la comunicación de
los hombres con los Dioses, en El se encuentran todas las formas posibles de
los Dioses, ya que es un Dios multiforme del que todos los demás son expresión.
Lo mismo ocurre con la Santa Madre, de la que emanan sus figuraciones en forma
de diversas deidades femeninas, reflejando un aspecto de la Diosa Madre, Ma.
Sin este acontecimiento, el mundo Divino y el mundo humano no serían
comunicables, no sería posible relación alguna. El solsticio de invierno marca
en Iberia el camino hacia la heroización del ser humano, antesala de su
divinización, ya que BEL es protector de guerreros y también de las bestias
salvajes, es la Guía de las personas hacia lo mejor de sí. A partir de su
advenimiento el individuo tiene en las diferentes advocaciones de Bel los
caminos hacia su propia divinización, ser mejor, imitar a los Dioses.
El Hijo aquí es símbolo solar, al
que adoramos como figuración de un Poder Cósmico Superior, Supremo, y que es
fertilizador porque es el que hace posible el crecimiento y florecimiento
posterior de la vida: Símbolo de vitalidad, Juventud y Pasión. Es el Padre
Universal. Además para los Iberos simboliza el Imperium(no confundir con
imperialismo), es decir: La soberanía y realeza de nuestra Sagrada Iberia y Bel
gobernando en nuestro interior.
En el solsticio celebramos el
primer paso-nacimiento- de un ciclo que conlleva necesariamente dos pasos más:
La muerte y la vuelta a nacer. Este ciclo que es diario y a la vez universal
nos permite entender la manifestación cíclica de los Dioses, de la naturaleza y
también de nosotros mismos. Nuestro Culto nos hace entender que formamos parte
de una Rueda mística, lo que ocurre en el Mundo de los Dioses ocurre en la
naturaleza y ocurre también dentro de nosotros.
El Hijo nace de la Madre, a la
que ha fecundado como Dios Solar, y nace dentro de nosotros el Guerrero
Interior que se conquista a sí mismo para ser merecedor de los dones del cielo
reflejado en los dones de la Tierra.
Adora al Hijo!
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E E BE . EIRNA BE GE . KUN
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En efecto, sin duda el Señor decía: La paz del
Señor, de la
Madre Tierra. ¡Adora al Hijo!.
Jadar Vaelicus. Sacerdote de Culto Ibero
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