jueves, 10 de diciembre de 2015

El Advenimiento de BAL

      Pronto llegaremos al tan esperado solsticio de invierno, festividad que todas las tradiciones religiosas paganas festejamos como una de las más importantes. Para nosotros, seguidores del Culto Ibero, se trata del Advenimiento de BAL, principal deidad solar de nuestro panteón, Consorte e Hijo de Ga, la Madre Tierra. Es la última festividad del calendario litúrgico del Culto Ibero y se extiende durante los días que comprende el fenómeno astronómico que le es atribuido, esto es, desde el día del solsticio de invierno hasta tres días después. Este año desde el día 22 hasta el 25 de Diciembre.

     Por encima de las creencias del ser humano, tan alejadas a veces de lo fundamental, permanece la esencia de lo estrictamente divino, de lo que acontece tanto si le damos fe como si la rebatimos. La Gran Diosa Madre continúa con su ciclo, no ajena a nuestros pesares, atenta a nuestras necesidades reales pese a que la sociedad actual pretende separarnos cada vez más de ella y de sus principios rectores. En el eterno equilibrio que los dioses establecen para el mundo, lo que se conoce comúnmente como ciclos naturales (Rueda de la Vida o IUMS para nosotros) depende enormemente de una pugna constante entre los poderes que generan ese equilibrio. Esa lucha eterna de los dioses por mantener el equilibrio que sustenta la vida es el concepto al que nosotros denominamos IUMS DIR, o El Combate de la Rueda de la Vida. IUMS es el eterno ciclo de Nacimiento, Muerte y Resurrección que a todos afecta y que en estas fechas llega a unos de sus puntos más importantes en cuanto a su reflejo en las Leyes Naturales.

     El solsticio de invierno, en términos estrictamente astronómicos, es el momento en que el sol se encuentra a la mayor distancia angular negativa con respecto al ecuador celeste. Es el momento en el que La Tierra recibe con menor profusión y fuerza los rayos del astro, lo que se traduce en el menor porcentaje de luz y calor solar de todo el año. A partir de este momento el movimiento de La Tierra alrededor del Sol hace que se vaya recuperando poco a poco el porcentaje de rayos solares que nos llegan, alargándose el día y acortándose la noche. La nuestra, como religión con origen en la Naturaleza, celebra precisamente este momento como aquél en el que nuestro Dios Solar más importante, BAL, nace o renace de su letargo para comenzar a crecer, para dar luz y calor a nuestra vida, a la Naturaleza en sí misma. Es el momento en que nuestro Señor BAL retoma su camino ascendente que no dejará hasta el solsticio de verano.

     A lo largo de la historia de la humanidad, las religiones paganas, precisamente por ese carácter paganus, que significa “del campo”, hemos venido celebrando el solsticio de invierno de muchas y muy diversas maneras, pero manteniendo el mismo fervor espiritual que en nuestros orígenes, encendiendo hogueras en honor a nuestros dioses-hijo que en este día nacían del vientre de nuestras diosas-madre, bailando y alegrándonos del nuevo año que ya viene y que gracias a los Dioses podremos vivir con nuestras familias. Incluso en la mayor parte de nuestras tradiciones paganas se mantiene en número de días de esta festividad, hecho que no deja de ser importante por cuanto es reflejo del fenómeno astronómico que lo origina. Durante este fenómeno el Sol permanece tres días prácticamente inmóvil en su posición cenital, para después retomar su camino ascendente en relación al horizonte. Este hecho en sí mismo es el que determina la duración de nuestras celebraciones litúrgicas, incluso en algunas religiones ha sido explicado como parte de la mitología propia dotándole de un significado propio.

     Egipcios, persas, fenicios, romanos, caldeos, cananeos, sirios, griegos, íberos, hindues o aztecas, cualquiera de las antiguas civilizaciones desarrolladas hemos celebrado en este solsticio el “parto de la Reina de los Cielos” y nacimiento del joven Dios Sol. En todo mito solar existe la figura de este joven dios que cada año muere y resucita, encarnando en sí el principio rector de la Rueda de la Vida de Nacimiento-Muerte-Resurrección. El Sol, como representación astral y real de la divinidad y arquetipo de lo masculino y fecundador, contraparte y necesario de lo femenino y fecundo, ha sido y es adorado alrededor del mundo bajo multitud de teónimos y con atributos que divergen en función de la cultura que los relaciona, pero siempre bajo un mismo prisma espiritual en lo más básico. Es muy larga la lista de dioses solares cuyo nacimiento se fija durante el solsticio hiemal, tras un periodo de tres días de muerte o no existencia. En todo caso, este conglomerado de antiguas religiones, incluso algunas más modernas y nuevas como el cristianismo, con este importante punto en común, nos viene a reafirmar en nuestras convicciones más profundas.

     Así pues, celebremos este solsticio con alegría, en familia, pues es el Advenimiento de nuestro Señor BAL, Señor del Sol, fuerza fecundadora que muere y nace de la Gran Madre cada año, Padre
de todos los Dioses y protector de animales y bosques, guía y juez de los fallecidos. Hagamos este día una hoguera y oficiemos el ritual de agradecimiento que corresponde a tan alta deidad. Compartamos y avivemos la fuerza de BAL con nuestros fuegos y celebremos su nacimiento con un banquete en su honor. Es la època de los grandes pactos con los poderes de la Naturaleza y sus criaturas, también de pactos entre nosotros y con nosotros, con nuestros Lares antepasados y su memoria, época de esperanza en un nuevo ciclo que comienza.

Que BAL ilumine vuestros pasos, os proporcione calor en vuestros corazones y que su resurrección os inspire grandes hazañas para el año que entra.

KUN A-BAL