Es muy conocida la devoción de nuestros ancestros
por los Dioses de la Guerra. Desde Lugus a Bandus, pasando por Arus, o sin duda
la más importante advocación Guerrera de Bel, el Hijo: Neto, el Dios solar de
la Guerra.
Cabe preguntarse por el sentido de esta devotio, como primer paso para responderse por el sentido de esta devotio para nosotros, Iberos del siglo XXI.¿Somos personas violentas?¿Hacemos quizá apología de la guerra tal y como la entendemos? ¿¡Que significa la devoción por los Dioses de la Guerra?
En primer lugar,
no es procedente confundir la Guerra con una catástrofe bélica, que es
lo que nosotros llamamos guerra actualmente. El desastre bélico, la muerte indiscriminada de
inocentes como consecuencia de bombardeos no guarda la más mínima relación con
lo que el hombre antiguo denominaba Guerra. Más bien, la Guerra sería precisamente el medio para dar fin a una situación
de caos absoluto como podría ser esa. Una situación transitoria y previa de restaurar la armonía perdida.
En segundo
lugar, la guerra es la idea
opuesta a la violencia. Como conjunto ritualizado de movimientos y técnicas
destinadas a neutralizar la violencia caótica de las sombras enfrentadas a la luz
en las que el Guerrero domina sus propios impulsos para restablecer la armonía
en él mismo y su entorno. Un guerrero es lo contrario de un asesino: nace para
neutralizar a este último. La confusión entra ambas cosas es totalmente
moderna.
En tercer lugar,
la Guerra sería un símbolo de la ley
natural: la luz enfrentada a las sombras como motor de los días..la sanación
enfrentada a la enfermedad..hacer fuego como combate ante el frío…La lucha
contra la piedra tosca para darle forma artística en la artesanía y forja de
utensilios...La Guerra era una forma natural de vivir que reflejaba el potencial de un individuo y
de un pueblo. La guerra era lo que les hacía fuertes y les permitía crecer
porque tenía un sentido natural de contrucción-combate frente a la
inercia-destrucción que acercaba a la muerte.
En este contexto, el aspecto militar de la guerra es
sólo su aspecto iniciático y es considerada Sagrada. Una oportunidad de dar
la vida por la Comunidad ante peligros extremos. Como toda actividad sagrada,
requería no sólo de la pericia física, sino de la ritualidad correcta y la
preparación espiritual necesaria para hacer frente a la violencia ciega y al caos que ponía en peligro a su tierra y
su pueblo. Un guerrero consagrado a los Dioses de la Guerra era un protector,
no alguien peligroso, un cuidador, no un psicópata..un héroe noble, no un
tirano. Alguien entrenado para vigilar-el Ojo de Ares-con el ojo rojo del lobo
en la noche mientras los suyos duermen.
Continuará…
Jadar Vaelicus.
Sacerdote de Culto Ibero
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