jueves, 5 de noviembre de 2015

El ateísmo galaico

Uno de tres: El ateísmo galaico.(artículo de opinión)

     Con respecto a la creciente recuperación de las antiguas religiones de la Hispania pre-romana y más concretamente al celtismo subyacente, cuando no abiertamente manifiesto, en estas nuevas formas de nuestros antiguos cultos, me llama la atención la argumentación que algunas personas proponen al respecto de sus creencias. Para empezar diré que ante mí nadie necesita justificar sus creencias, la espiritualidad es algo que tienes o que no tienes, cualquier argumentación es superflua, aunque no inconveniente. Digo esto porque parece que el celtismo está de moda, pero no un celtismo propio de nuestras antiguas religiones, si no uno importado del norte de Europa, sin el cual parece que "somos poca cosa", que lo nuestro no vale mucho y por ello hemos de basar nuestras creencias en lejanos dioses que tienen mucha más aceptación entre los neófitos. Tal vez tengan razón estos defensores de lo céltico de origen irlandés, al fin y al cabo estas gentes nos llevan años en cuestiones de recuperación de tradiciones de sus ancestros, aunque sea de boquilla y de cara a la galería turística, que "mole" más un trisquel que un lauburu. Pero me da a mí que va a ser que no, que no necesitamos mirar más allá de los Pirineos para redescubrir nuestras raices y que en nuestras tierras retumban aún los ecos de nuestras más primitivas creencias, que no nos hace falta argumentar linajes ni panteones foráneos para decir que somos celtas, celtíberos o íberos de corazón.
menhires en A Coruña
 De eso va esta serie de artículos de opinión, de lo nuestro. Y para ello quiero hablar de que hay algunas cosas que me llaman poderosamente la atención cuando leo a gente argumentar o explicar sobre su/nuestra religión. Una de ellas es el supuesto ateísmo de los pueblos galaicos, otra el origen nord-europeo del celtismo de nuestras tierras y por último, el abismo que parece haber entre íberos, celtíberos y celtas. En este artículo y los siguentes intentaré explicar mi humilde opinión al respecto, siendo consciente de que otras posturas diferentes sobre el mismo tema tienen también los mismos visos de realidad que la mía, por cuanto todo aquello que queda fuera de la historia escrita por los mismos protagonistas siempre debe de estar sujeto a interpretaciones.

     Así pues, comenzaré por el tema del ateísmo galaico, algo que es común leer en innumerables foros y blogs que versan sobre temática de religiones hispanas pre-romanas o sus modernas formas de culto. Suele ser una información que no se desarrolla pero que los autores dejan caer y dan por válida sin más, lo que a mi entender puede dar lugar a malinterpretar la historia de nuestras religiones autóctonas. Cierto es que nuestras modernas formas de venerar a los antiguos dioses no son copias de aquellas, si no recuperaciones de antiguas creencias y cosmogonías, espiritualidades concretas y panteones incluso, adaptadas siempre a la actual sociedad y nuestra particular idiosincrasia. Es frecuente leer en estos ámbitos que los pueblos galaicos eran ateos. Parece costumbre generalizada dar por buena esta premisa a la par que se le dota a estos mismos pueblos de un seguro "halo" de cultura celta. Se parte de la premisa de que los galaicos eran ateos en una época anterior a Estrabon (aprox. 64 a.n.e.-24 d.n.e. ), que es quien habla del supuesto ateísmo de estos pueblos, para después entender que la celtización de los mismos fue posterior.

     Frecuente no quiere decir correcto, es un error en el que han caído muchos divulgadores a la hora de hablar de la religiosidad de las tribus peninsulares. Un error harto frecuente entre los que no somos profesionales de la historia ni poseemos amplios conocimientos sobre el tema y que muchas veces por falta de conocimiento y sobra de corazón hacemos un "cortapega" de textos que hemos encontrado por la red. Pero un error fácilmente subsanable, cuya explicación nos aportará a los neófitos un nuevo punto de vista, o al menos uno más correcto (a mi entender).

     Comencemos por explicar qué es lo que dijo Estrabon (fuente del mito del ateísmo galaico) y el significado de sus palabras. Según este geógrafo e historiador ( Geografía 3, 3 y 3, 4 16) "Los montañeses (habla de los pueblos galaicos)... sacrifican al dios Ares un macho cabrío y prisioneros de guerra y caballos, hacen además hecatombes de cada clase como los griegos, como dice Píndaro <Sacrificar todo por centenares>...Algunos dicen que los galaicos no tienen dioses y que los celtibéricos y su vecinos septentrionales dan culto a un dios sin nombre en las noches de plenilunio fuera de sus poblados, haciendo bailes y fiestas durante toda la noche con sus familias"

     De este texto, nace la confusión generalizada acerca de la religiosidad de las tribus galaicas,
estela votiva en honor al dios LUG
precisamente del texto que dice "...Algunos dicen que los galaicos no tienen dioses ...". Para empezar, Estrabon no dice que sean ateos, si no que recoge palabras ajenas ("Algunos dicen...") y ni siquiera está claro que el propio Estrabon las diese por buenas, ya que sus palabras anteriores eran para explicar que los galaicos hacían rituales a un dios asimilable a Ares y además al modo heleno. Tan solo se limita a decir lo que ya está dicho o lo que se da por válido en su entorno. Aún así, y partiendo de la premisa de que tanto este autor como la fuente de su información, creyesen que los pueblos galaicos no tuvieran dioses, no podemos pasar por alto la idiosincrasia del momento y cultura en el que estas palabras fueron dichas.

     En el mundo heleno (que no griego) se consideraban ateas (sin dioses) a aquellas culturas cuyo panteón no pudiera ser sincretizado o equiparado al propio, dando este por auténtico. Con lo cual tenemos que la mayor parte de las culturas que florecieron alrededor del Mediterráneo, para los helenos, sí tuvieran dioses, ya que queda patente que todas ellas parten de elementos comunes y arquetipos básicamente iguales, aunque la teonímia fuera diferente. Con los siglos, estas religiones fueron haciéndose más diferentes entre sí, pero subsiste ese nexo de unión primigenia entre ellas, a la par que el concepto de ateísmo aplicado a otras religiones. Sin embargo, al hablar de los galaicos, y aunque estos son pueblos tan indígenas como los del resto de la península, los historiadores de la época se encuentran con que su panteón no es asimilable al propio, de ahí uno de los motivos para considerar que no tenían dioses. Otro motivo, no menos importante y del cual ya Hermann Usener da cuenta, es que los galaicos pudieron tener dioses sin nombre, esto es, carecían de la personificación de las divinidades que sí se daba en el resto del Mediterráneo, salvo excepciones. Esto conllevaría que adorarían las propiedades divinas de los elementos naturales y/o sociales de la esfera de la vida. De esto mismo, según el propio Usener, ya había ejemplos entre un grupo de Tracios que habitaron la península del monte Atos y que tuvieron contacto con los helenos desde una época muy primitiva. Lo mismo pasaría, según Herodoto (II,52) entre los Pelasgos, pueblo que rendía culto a dioses sin nombres ni sobrenombres. Fueron las culturas griega y egipcia, en el entorno mediterráneo, las que comenzaron a poner nombres y personificar a sus dioses y, mucho más tarde, con Homero y Hesíodo establecer verdaderas genealogías entre deidades.

      En realidad, la idea de dioses sin nombre también la encontramos en el mundo griego a través de las epigrafías de dedicaciones <al dios>, a <los dioses>, a "algún dios> o a un <dios desconocido>. Esto es explicable por el propio desarrollo del politeísmo griego, que personifica a la deidad y la inviste de una cotidianeidad premeditada, aunque sigue quedando claro en la mentalidad griega que los dioses se escapan a su comprensión. Como señala Jean Rudhart "El dios griego parece poseer una unidad inaprensible, trascendente a todas las formas, a todas las nociones por las que se trata de alcanzarlo o concebirlo." Así, "el griego capta concretamente al dios bajo sus formas, y por así decirlo,bajo sus diversas encarnaciones, pero sabe que la divinidad permanece más allá, profundamente incognoscible". Esto es mucho más fácilmente entendible si nos fijamos en que entre el panteón griego los mismos epítetos se repiten para dioses diferentes y que muchas de estas divinidades cumplen con las mismas funciones, presentando a la par aspectos políticos o sociales, agrarios o cósmicos.

     Así pues, debemos quedarnos con la idea de que el ateísmo filosófico, que hoy entendemos como la no creencia en ninguna deidad, poco tiene que ver con el concepto de ateísmo que aplicaban los griegos para aquellas culturas cuyos panteones eran distintos e inasimilables. Además, y sin entrar a hacer una relación extensa, se conocen bien los nombres de algunas de las divinidades galaicas merced a las epigrafías halladas, principalmente en estelas votivas y funerarias.

     Bien conocidos son los nombres de Lug, Bormanico, Sannoava, Nabia, Cosso o Bandu en referencia a los dioses galaicos. De la etimología de los mismos se podrían escribir (y se ha hecho) libros y libros, resultando por ella tan celtas como quieran los autores. Si partimos de la base de que los pueblos galaicos (como veremos más tarde) compartieron origen con los pueblos netamente celtas del atlantico nord-europeo, no es dificil llegar a una raíz etimológica común, con lo que no entraremos ahora en disquisiciones profundas sobre el celtismo propio o sobrevenido de estas divinidades. Si que podemos, empero, hacer un escueto repaso sobre las funciones y/o arquetipos de estos dioses:

Lug:
Dios del sol y de los muertos. Probablemente el más conocido de los dioses norteños y el que más claramente ha podido ser "celtizado" en su origen, ya que está bien atestiguado entre los celtas europeos. Realmente se trata de un dios pancéltico, es decir, un dios que se veneraba allá donde llegaron los celtas o sus influencias. Aunque esto no dilucida su origen real. 
Nabia
 es una diosa precéltica de la cual aún no se ha establecido su origen, o mejor dicho, ninguna de las hipótesis formuladas tiene suficiente enjundia como para darse por buena. Se cree que se trata de una divinidad femenina de la fecundidad, aunque se desconocen rituales en su nombre, pese a haber encontrado ofrendas de espadas en su honor en varios rios europeos. Con más de una veintena de epigrafías que la reverencian y que atestiguan su culto en nuestras tierras, se puede decir sin temor a equivocarse que estamos ante una de las principales deidades de los galaicos, lusitanos y astures. Además, resulta que la mayor parte de los dedicantes son de origen indígena, de lo que podría extraerse que se trata de una diosa propia, y no importada.

Cosso,
 por toda la costa atlántica desde la mitad de Portugal hasta el mar Cantábrico, aparece este dios que algunos asimilan al Marte romano, y otros con Mercurio. Sin duda se trata de un dios de carácter guerrero al que se le tenía en gran devoción. Su etimología no es nada clara, por mucho que algunos autores, empecinados en bañarlo todo en las aguas del celtismo, hagan malabares con las letras y la sonorización para decirnos que era un dios britónico.

Bandua
ara de Bandua de Eiras
es un dios del que se podría decir que es el propio Cosso. Su arquetipo y epigrafías, los datos que sobre él se han podido obtener reflejan a un dios que ostenta las mismas funciones que el anteriormente nombrado, lo que hace imposible su coexistencia en el mismo panteón. Lo más lógico en este caso sería pensar que en territorio de los galaicos existieron dos formas religiosas cada cual con sus respectivas teonímias.

Bormanico es un dios de las aguas termales, a falta de mejor explicación. Digo esto porque las inscripciones encontradas no aportan nada al arquetipo de esta divinidad y que sea un dios de las aguas termales solo se debe a la hipótesis de autores que etimológicamente lo emparentan con los celtas europeos (otra vez), aunque hay otros autores como Blanca María Prosper, que se han dado cuenta de que en las lenguas celtas no existen formaciones con -m- para esta raíz y que el resultado homogéneo de la labiovelar es incompatible con las lenguas celtas. Pero era un dios, de eso estamos seguros, y además nuestro.

Sannoava.
estatua a Sannoava en Lalín
 Es una diosa local vinculada a las fuentes, como se desprende de la inscripción encontrada en tierras pontevedresas. De su etimología podíamos decir lo mismo que del resto, no hay nada claro ya que es la única forma en Iberia, pero los celtistas han encontrado similitudes rocambolescas con otras inscripciones en zonas francesas.

     A estas alturas el lector puede pensar que este humilde autor tiene algo contra el celtismo. Nada más lejos de la realidad. Me gusta, qué digo, me enamora el pasado celta de nuestras tierras norteñas y como íbero siento a los celtas como hermanos, lo que no me gusta es que se intenten hacer encajes de bolillos con nuestra historia para corroborar hipótesis que no encajan, porque de estos polvos después llegan otros lodos. Si no se sabe la procedencia de una divinidad pues no se sabe y no pasa nada por admitirlo. Nuestra historia esta llena de lagunas y me temo que lo seguirá estando durante mucho tiempo, lo que no es óbice para no plantear hipótesis que intenten explicar nuestro pasado de la manera más certera posible. Y ahí es donde algunos estudiosos fuerzan la situación para que las pruebas sean adecuadas a sus teorías.

     Para entender la posible espiritualidad de los pueblos galaicos debemos hacernos una visión global del mundo antiguo, no pensar que cada uno de los pueblos que integraban la península tenía su propia cultura, religión y costumbres y que estas formaban un todo particular inconexo con el resto de las culturas coetáneas. El mapa socio-cultural de aquellas épocas pre-romanas no diferiría en gran medida del actual (salvando las distancias, entienda el lector que solo intento ejemplificar). Diversas tribus con sus particularidades culturales, hablando unas lenguas no muy diferentes con variaciones geográficas, una base religiosa más o menos común con creencias específicas y sistemas administrativos y legislativos propios.
Casi se podría decir que los íberos de antaño somos los portugueses y españoles de hoy. La tan extendida teoría de que la cultura castreña galaica o astur es de procedencia celta, comienza a caer bajo el peso de las evidencias de los estudios genéticos, que arrojan con claridad la escasa incidencia de los pueblos celtas nordeuropeos sobre la población indígena ibérica, si bien se puede constatar que el flujo del comercio entre ambas regiones fue de una magnitud que solo ha llegado a superarse en el siglo XX, con el proceso de prestamo cultural que esto conlleva. Los estudios más recientes de los últimos años llevan a concluir que los pueblos del norte de Iberia eran claramente indígenas y muy poco celtizados, debiéndose su similitud cultural y religiosa a que se poseía una raíz en común con aquellos. Es decir, el fenómeno "celta" de nuestra península poco y casi nada tenía que ver con el resto de Europa.

     En conclusión: Los pueblos galaicos no eran ateos, si no que su forma religiosa difería de los modos helenos y romanos de culto y por ello era dificilmente catalogable por estos. En definitiva, lo más probable es que a grosso modo algún día podamos hablar de que toda la península tenía un modo de ver la vida espiritual bastante parecido y que las diferencias más notables eran de tipo lingüístico y ritual.