viernes, 30 de octubre de 2015

La Diosa Ataecina

      
    Coinciden los expertos en la materia en que su lugar central de culto fue Turobriga, a tenor de los
epítetos encontrados junto a su nombre (Dea Ataecina Turibrigensis Proserpina). En todo caso, fue una diosa de gran relevancia que mantuvo su culto hasta bien entrado el siglo III d.c., ya que así lo atestiguan las dataciones de las epigrafías estudiadas y el gran número de ellas (superior a 35, por el momento). Esta pervivencia en el tiempo solo pudo ser posible gracias al profundo enraizamiento de su culto entre la población indígena, que llegó a penetrar entre los pobladores romanos merced al proceso de sincretización de panteones. Incluso G. Fieldner, llegó a relacionar el antiguo culto de Ataecina con el moderno de santa Eulalia, que con tanta devoción existe en las tierras emeritenses.

     La aparición de evidencias de culto a esta diosa se centra mayoritariamente (72%) en un triángulo geográfico formado por Norba-Turgalum-Emérita. Es de destacar la presencia de santuarios en su honor en varios emplazamientos de Portugal, en Mérida, Cáceres y en algunos otros puntos cercanos al Guadiana. De ahí que podamos hablar de una diosa íbera principalmente venerada en los reinos Lusitanos y Carpetanos.

     Aunque tomada en principio como deidad infernal (arquetipo al que se agarran algunas creencias europeas de nueva planta), la mayor parte de los estudios realizados sobre su figura vienen a constatar su carácter agrícola y lunar, al modo general de las diosas íberas.

     A esta Diosa nuestra se le atribuyen los epítetos de Dea, Sancta, Domina y Servatrix (tomados todos ellos ya en época tardía) y se le asignan como propios y sagrados la cabra como animal y el ciprés como árbol, pudiendo ser representada en ocasiones como una rama de este último. Por su carácter de divinidad de la Rueda de la Vida (IUMS) se la asimilado también con la Diosa Proserpina, no habiendo quedado esta hipóstasis completamente demostrada.

     Ataecina, Sancta advocación de Nuestra Madre GA, Gran Señora que tutelas a lusitanos y carpetanos, que traes la primavera y nos guardas de los rigores del duro invierno, hoy, tus hijos e hijas te siguen venerando con la misma devoción que antaño. Que así sea.