Coinciden los expertos en la materia en
que su lugar central de culto fue Turobriga, a tenor de los

epítetos
encontrados junto a su nombre (Dea Ataecina Turibrigensis
Proserpina). En todo caso, fue una diosa de gran relevancia que
mantuvo su culto hasta bien entrado el siglo III d.c., ya que así lo
atestiguan las dataciones de las epigrafías estudiadas y el gran
número de ellas (superior a 35, por el momento). Esta pervivencia en
el tiempo solo pudo ser posible gracias al profundo enraizamiento de
su culto entre la población indígena, que llegó a penetrar entre
los pobladores romanos merced al proceso de sincretización de
panteones. Incluso G. Fieldner, llegó a relacionar el antiguo culto
de Ataecina con el moderno de santa Eulalia, que con tanta devoción
existe en las tierras emeritenses.
La aparición de evidencias de culto a
esta diosa se centra mayoritariamente (72%) en un triángulo
geográfico formado por Norba-Turgalum-Emérita. Es de destacar la
presencia de santuarios en su honor en varios emplazamientos de
Portugal, en Mérida, Cáceres y en algunos otros puntos cercanos al
Guadiana. De ahí que podamos hablar de una diosa íbera
principalmente venerada en los reinos Lusitanos y Carpetanos.
Aunque tomada en principio como deidad
infernal (arquetipo al que se agarran algunas creencias europeas de
nueva planta), la mayor parte de los estudios realizados sobre su
figura vienen a constatar su carácter agrícola y lunar, al modo
general de las diosas íberas.

A esta Diosa nuestra se le atribuyen
los epítetos de Dea, Sancta, Domina y Servatrix (tomados todos ellos
ya en época tardía) y se le asignan como propios y sagrados la
cabra como animal y el ciprés como árbol, pudiendo ser representada
en ocasiones como una rama de este último. Por su carácter de
divinidad de la Rueda de la Vida (IUMS) se la asimilado también con
la Diosa Proserpina, no habiendo quedado esta hipóstasis
completamente demostrada.
Ataecina, Sancta advocación de Nuestra
Madre GA, Gran Señora que tutelas a lusitanos y carpetanos, que
traes la primavera y nos guardas de los rigores del duro invierno,
hoy, tus hijos e hijas te siguen venerando con la misma devoción que
antaño. Que así sea.